Ignacio:
Pensé en escribirte "Amado Ignacio", "Mi Ignacito lindo" o tantas más frases. Pero me gusta decirte de tantas formas que preferí escribirte simplemente "Ignacio". Además yo sé te gusta enfatice en el significado de tu nombre.
Necesito decirte tantas cosas! Y necesito oírte otras. Han pasado 98 días desde que no te puedo abrazar. Van recién 98!!! Y quedo en blanco. No sé qué seguir escribiendo. Mi mente perdió perspectiva y orden. De estos 98 días solo 1 no lloré. Me duele todo Ignacito. Me duele alma y el cuerpo. Me duele la cabeza, me duele el pecho, me duele la espalda, me duelen las piernas... siento que el corazón se me arrancará por la boca (sí, esa sensación existe). Y de pronto pienso cuánto te dolió!!! Y me hubiese gustado los dolores se pudiesen transferir...
Siento, Mi Niño Lindo, me estoy volviendo loca. Y no me molesta la idea. Quiero me dejen llorar. Quiero me dejes llorar. Quiero sumergirme en el dolor. Esto se agudiza y no sé cómo manejarlo. Que se me escapase de las manos no puede ser más terrible de lo que ya es. Pero pienso en tu madre, también pienso en la mía. Creo que a estas alturas lo único que puedo hacer por ti, es intentar acompañarla. Pero me siento tan destruida que ella es la que me acompaña. Yo sé que ya lo dije, y lo repito: si mi amor por ti fuese carnal, erótico, romántico, sería un tanto más fácil sobrellevar el dolor. Pero resulta que mi amor por ti es eso: simplemente amor. Da lo mismo la forma. Hay quienes no entienden, y carentes de tino me dicen "ya vendrá otro hombre que te haga feliz". Pero ellos no entienden Ignacito, no entienden que yo no te miro solamente como hombre. Yo te miro como amigo, como cómplice, como amante, como compañero... te miro como una extensión de mí. Tú para mí eres como "estar en casa". Yo no sabía Mi Amor, que existía algo así. A ratos pienso que el gran sacrificio de amor no es morir por ti, sino dejarte ir y nosotros padecer este dolor. Ahorrártelo.
La única certeza que tiene mi corazón, es que estás bien. Y la incertidumbre que me carcome (egoísta, por cierto) es si te volveré a abrazar. Tu mami de seguro opina lo mismo: nuestro dolor tendría más sentido si alguien nos regalara la seguridad del reencuentro. Creo solo el amor real puede garantizar eso suceda. Y me da miedo! Me destruye el temor de pensar que nuestro amor no es todo lo maravilloso y grandioso que yo creo. El amor existe Ignacito, yo lo conocí contigo. Eres el primer hombre que conozco. Y el sufrimiento me hace tambalear y pensar "si este es un amor ordinario, común y corriente?". La distancia me mata y cierro los ojos en medio del silencio para ver si escucho el suave susurro de un "te amo", aunque sea solo un eco. Solo me queda la fe. Sí, la fe. Esa misma que ejercité cuando estabas en esa cama. Y no sirvió. Pero es tanto lo que te amo, es tanto lo que te extraño, que comenzaré a suplicar al cielo todos los días, permita nos reencontremos en nuestra próxima vida para darte un beso en los labios, abrazarte fuerte y que me cuentes cómo estás.